marzo 05, 2007

Arquitecturas

Cada vez que te veo me dan ganas de golpearme la cabeza contra una viga de hormigón armado o en su defecto poner los dedos de la mano derecha en el dintel y cerrar la puerta con toda la fuerza.
Es cierto, soy extremista.
Pero cuando no te veo me siento encadenado, encofrado, atado de pies y manos con un hierro del 8.